domingo, 11 de julio de 2010

Historias Desaforadas (Adolfo Bioy Casares)

Fragmento del cuento "El cuarto sin ventanas":

(...)- Mi casa.

Era una casa baja, con balcones a los lados, puerta en el medio y terraza arriba. La cerradura debía de estar rota, porque una cadena con candado sujetaba las dos hojas de la puerta. El italiano sacó del bolsillo una llave de un gran tamaño y abrió. Por un zaguán oscuro, de piso de mosaicos, llegamos a un cuarto interior. No podía creer lo que estaba viendo. El cuarto era idéntico al que imagine cuando era chico. Cerca de uno de sus ángulos había una escalera de caracol, de hierro, pintada de marrón y descolorida, con su guarda de agujeritos, a modo de puntilla, debajo del pasamanos, por ahí se iba a la terraza. Preguntó el italiano:

- ¿qué me cuenta señor? El limite del universo, tal cual usted lo soñó.

- Con la diferencia…

Me interrumpió para explicar:

- De los cuatro ángulos de este cuarto, el que está junto a la escalera mira al sur.

- Un detalle que no prueba nada.

- Tal vez. Pero hágame el favor de mirarlo.

- Está bien –dije, y me coloqué frente al ángulo-. ¿Ahora qué hago?

- Sepa, nomás, que está viviendo un momento solemne.

Casi le digo: “Y viendo una telaraña”. Espesa, polvorienta, cubría el ángulo, a una cuarta del piso. Comprendí que Brescia hubiera interpretado mi observación como una burla y procuré discutir en serio.

- Que el cuarto se parece al que imaginé, la pura verdad, pero que estoy viendo el límite del mundo…

- Del mundo no, mi estimado amigo.

- Ya me parecía –dije.

Brescia continuó:

- Del universo, del universo. La caja grande, con el juego completo. La totalidad de sistemas solares, de astros y de estrellas.

- Con la salvedad –insistí- que del otro lado siguen los cuartos y las casas.

- Haga el favor de molestarse a la azotea.

(…) La escalera llevaba a una garita muy angosta de madera reseca, pintada de gris. Abrimos la puerta, salimos a la terraza. Era de baldosas coloradas rodeada por lo que parecía una franja blanca: (…) Había tres terrazas más. Dos en frente, una a la derecha. Todas eran idénticas y estaban rodeadas de idénticas franjas blancas.

(…) En cada terraza había una (garita), de modo que las cuatro rodeaban el ángulo que miraba al sur y que, según Brescia, era el vértice del universo. Como quien hace una concesión, comenté:

- Desde luego, este ángulo es el vértice de las cuatro terrazas.

- ¿Está queriendo decir que sólo es eso? –preguntó, y me urgió en seguida: -Hágame el favor de bajar por cualquiera de las otras escaleras.

(…) Muy nervioso, en puntas de pie, tratando de no meter ruido y de ver si en la penumbra había alguien, bajé por la escalera que venía a quedar justo en frente del ángulo que miraba al sur. Me encontré en un cuarto idéntico al de un rato antes, con una particularidad que me extraño: como si el cuarto se hubiera dado vuelta mientras yo bajaba, el ángulo, que ahora estaba viendo el lado opuesto, miraba como el del otro cuarto, hacia el sur. Había un detalle más increíble todavía: cerca del piso, un telaraña igual.(…) Creo que por unos minutos perdí la cabeza y corrí escaleras arriba, a lo mejor con el propósito de sorprender el fraude. Me introduje en una garita, estruendosamente bajé por otra escalera y de nuevo me encontre en el mismo cuarto, con el mismo ángulo mirando al sur, con la misma telaraña cerca del piso. De nuevo corrí hacia arriba y bajé por la escalera que me faltaba. Encontré todo igual, incluso la telaraña.(..)

1 comentario:

  1. perderte los premios
    estar fuera de una experiencia como mostrar algo propio,fuera del contexto netamente academico
    eso, solo eso y todo eso e sno presentar foto
    hasta el jueves!

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